ADIÓS A LAS ARMAS
El decreto de diciembre último que reglamenta la ley de porte de armas establece que los retirados militares y policiales pasan a los 4 años a la calidad de civiles y para portar armas deben tener los mismos permisos y limitantes que los civiles. Esto motiva protestas de los militares retirados que reclaman para sí el porte indefinido, y un control hecho por la fuerza militar misma. 

Como hemos dicho otras veces estas fuerzas armadas son un "estado dentro de otro estado". Sabido es, una de las características que definen al Estado es el monopolio de la violencia (al menos en términos de normalidad), y en especial la violencia armada. Un doble estándar en porte de armas, uno para civiles y otros para militares retirados, confirma lo que decimos.

Pero ni es este el único ni el más importante de los elementos que se han venido agregando para demostrar lo que son “nuestras” fuerzas armadas. La crisis sin solución aparente de la Caja Militar es uno, los “desempleados” de las llamadas misiones de paz sin encontrar de la ONU un nuevo destino es otro, ambos agravando cada vez más el peso parasitario de la corporación militar sobre el estado. 

El ESPIONAJE POLÍTICO realizado por los organismos de inteligencia militar, es otro.

Los ministros del momento dicen que no sabían nada, estaban pintados. Si es así, como autoridades de esa institución son un peligro, aunque en verdad el peligro no son ellos sino el sistema institucional que funciona A PESAR de ellos.

El actual ministro de defensa dice a su vez: "Hoy (sic) no existe espionaje de inteligencia militar". Una admisión tácita de que esa actividad existió, y si no se necesitan esas declaraciones para confirmarlo, sí demuestran que las autoridades no hicieron nada.

La publicación en el semanario Brecha del “archivo Berrutti” ha motivado distintas opiniones. La pregunta principal que se ha formulado es "¿QUÉ APORTA?". 

En esos archivos no ha podido encontrarse nada significativo que permita encontrar los restos de los desaparecidos, ni tampoco identificar a los culpables directos de esos crímenes. Están los nombres de las personas espiadas pero no la de los agentes que los espiaban. Hay "información sensible" que puede afectar la vida de personas inocentes, víctimas del espionaje. Publicar esta información en bruto, “sin ningún tipo de criterio ni cuidado”, sin un ordenamiento primario ni facilidades para un acceso ordenado, sin filtrar por especialistas, todo eso, ha sido objetado como práctica irresponsable”, sin responder a una política de acceso a la información en equilibro con la protección de las personas. 

Durante diez años este tema ha sido discutido en los ambientes profesionales, hubo un seminario a fines del año pasado para tratar de establecer un protocolo al respecto, pero no se pudo llegar a ninguna conclusión por las dificultades del tema y las muchas posiciones diferentes. Esta publicación por parte de Brecha es, evidentemente, una acción fuera de ese “protocolo”. ¿Qué aporta? 

¡Aporta la evidencia concluyente de que “inteligencia militar” debe ser lisa y llanamente desmantelada! La verdadera pregunta es: ¿Qué aporta esa “inteligencia”? 

En junio, en aquello de que a los inundados no les importa golpe de 1973, Guido Manini Ríos dijo también: “Nadie en sus cabales puede decir hoy que estamos exonerados de sufrir un acto terrorista”.

Sin duda, la amenaza terrorista explícita que hemos tenido son las del llamado “Comando Barneix”, amenazas de muerte que incluyen al propio ministro de defensa actual, que no logra dar ninguna información sobre nada de eso.

La verdadera irresponsabilidad es seguir con esta farsa. Que no sólo incluye a las autoridades, a los académicos, comisiones parlamentarias, seminarios.

¿No tenemos en este país una “izquierda” capaz de articular cuatro palabras, “desmantelar las fuerzas armadas”?

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